Anthony Tatekawa

El Facilitador como Creador de Sentido: Más allá de la seguridad y la tradición

Este es un fragmento de una escuela reciente en Bélgica que era una fusión del Módulo 1 y 2. Esta escuela se centró en el trabajo y el estilo del facilitador. El propósito era explorar el trabajo de facilitación y enmarcarlo en el trabajo moderno realizado en retiros de medicina vegetal en Europa.

Como realidad de los retiros en Europa el mundo de la medicina vegetal y el trabajo de la consciencia, la mayoría de nosotros no somos chamanes. No hemos sido entrenados en la selva ni iniciados en un linaje. Sin embargo, cuando nos sentamos con otros en una ceremonia, estamos haciendo algo profundamente chamánico, guiando a la gente a través de impredecibles viajes interiores en los que el significado, la confianza y la seguridad lo son todo.

Esta paradoja define al facilitador moderno: actuamos desde la intuición, no desde la tradición. Nuestra tarea consiste en aprender a hacer visible lo invisible: crear seguridad, coherencia y propósito sin los rituales heredados que antes lo proporcionaban.

La seguridad no es un protocolo, es una sensación

Cuando pensamos en la seguridad en un entorno de retiro, a menudo nos imaginamos las normas y la logística: dónde están los aseos, cuándo pedir ayuda o cómo orientarse durante la ceremonia. Pero ésas son sólo capas superficiales. La forma más profunda de seguridad, la que realmente permite a un participante entregarse, es emocional y espiritual.

La seguridad surge cuando los participantes sienten que el espacio, los facilitadores y el propio proceso tienen sentido.
El sentido transforma la incertidumbre en confianza. Ayuda a los participantes a afrontar el miedo, las náuseas o los desafíos mentales y físicos desconocidos con un sentido de propósito, en lugar de con miedo y pánico. Como un cirujano que explica un procedimiento antes de una operación, el facilitador ayuda a los participantes a comprender no sólo lo que va a ocurrir, sino por qué es importante.

El poder de crear sentido

En este contexto, un facilitador es un Creador de Sentido.
Del mismo modo que un chamán canta un icaro para alinear la energía del espacio, el facilitador teje el sentido a través de las palabras, la intención y la presencia.

La creación de significado puede producirse a través de:

  • El lenguaje que utilizamos para enmarcar las experiencias.
  • La dinámica la improvisamos con el corazón.
  • La energía que mantenemos a través de nuestra presencia.
  • La intención que ancla nuestro trabajo.

Cuando explicamos el significado del vómito como liberación, del miedo como transformación, de las lágrimas como limpieza, ayudamos a los participantes a navegar por los estados alterados con comprensión y dignidad. Sin significado, incluso un entorno seguro puede parecer caótico. Con sentido, incluso el caos puede volverse sagrado.

La intención como brújula

La intención es el hilo invisible que conecta al facilitador y al participante.
No se trata de controlar los resultados, sino de ofrecer una dirección y un destino para el alma.
Sin intención, la facilitación puede convertirse en una tarea operativa, como un camarero que sirve bebidas. Con intención, cada gesto, canción y palabra tiene coherencia y significado.

Para el participante, la intención proporciona una brújula interior.
Para el facilitador, mantiene la alineación, el enraizamiento y la claridad ética.
La presencia de un facilitador está determinada por su intención, tanto si está conscientemente al servicio como si está inconscientemente distraído.

La presencia como fundamento de la seguridad

La verdadera presencia va más allá de estar físicamente allí. Es una postura energética: cómo nos presentamos. Un agente de policía uniformado comunica autoridad y protección simplemente por estar en la calle; del mismo modo, la presencia de un facilitador comunica seguridad y conciencia en el espacio ceremonial.

La presencia incluye atención, postura, tono, atuendo y atención.
Es la comunicación sutil que dice: «Estás a salvo. Estoy aquí. Te vigilo».

Cuando se pierde la presencia -cuando un facilitador abandona la sala, se tumba en un sofá o se desconecta energéticamente-, los participantes lo sienten al instante. La seguridad se disuelve no por el peligro, sino por la ausencia.

Desarrollar tu propio estilo

A diferencia de los chamanes atados por la tradición, los facilitadores modernos son libres de crear su propio camino: sus propias canciones, símbolos y expresiones. Esta libertad es también una responsabilidad: desarrollar un estilo personal arraigado en la autenticidad, no en la imitación.

Tu estilo se convierte en tu canal único de creación de significado: la forma en que tu personalidad, tu voz y tu trabajo interior se expresan en el espacio. Con el tiempo, a través de la práctica y la autoconciencia, cada facilitador descubre su forma natural de aportar seguridad y profundidad al proceso.

El camino del facilitador

Convertirse en facilitador no es sólo una habilidad: es un camino de autodominio.
Requiere años de práctica, innumerables retiros y un proceso continuo de autoindagación.
Algunas personas se unen a este camino para crecer personalmente y se quedan como participantes. Otras se comprometen plenamente, descubriendo que este trabajo -aunque exigente- es profundamente gratificante.

Lo más importante es ser dueño del propio proceso.
No necesitas «arreglarte» o «curarte» a ti mismo antes de facilitar, pero debes ser dueño de tu proceso, tus emociones y tus límites. Sólo entonces podrás dar espacio a los demás con seguridad.

Conclusión: El sentido como medicina

Al final, la facilitación no consiste en el control, sino en la coherencia.
No se trata de copiar la tradición, sino de encarnar la verdad.
El papel del facilitador es crear sentido donde hay misterio, y seguridad donde hay rendición.

Cada canción, cada palabra, cada acto de presencia se convierte en parte del lenguaje simbólico de la ceremonia.
A través del significado, ayudamos a los participantes a dar sentido a lo desconocido y, al hacerlo, les recordamos (y nos recordamos a nosotros mismos) que la transformación no es algo que hagamos a los demás. Es algo que mantenemos juntos.

«El facilitador no es sólo un guía: es un Creador de Sentido».
Y el sentido, en este trabajo, es el puente entre lo sagrado y lo humano.


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