Lo que sigue es un esquema conciso de la postura esencial para un terapeuta profesional y aspirante. Esta guía contiene los elementos clave que construyen una relación constructiva con tu cliente. Lo que sigue está extraído del libro Comunicación Terapéutica, de Paul Wachtel.
Este artículo va dirigido a cualquiera que se dedique al exigente y profundo trabajo de la psicoterapia. La habilidad esencial reside no sólo en comprender
Basándose en una amplia práctica clínica y en la integración teórica, las fuentes revelan que la comunicación eficaz se deriva de una postura profesional precisa: un conjunto fundamental de actitudes, una postura de colaboración y una formulación intencionada diseñada para maximizar el compromiso y minimizar la resistencia.
He aquí la postura esencial que todo terapeuta profesional debe cultivar:
I. La mentalidad fundamental: Actitud y mentalidad
El viaje de curación comienza con la filosofía del terapeuta: una visión dinámica, integrada y profundamente libre de prejuicios de la lucha humana.
1. Adoptar la teoría integradora y la dinámica cíclica
Una práctica eficaz requiere una teoría integradora, que se base simultáneamente en puntos de vista psicodinámicos, cognitivo-conductuales, sistémicos y humanistas para fundamentar las opciones de intervención. Las dificultades deben conceptualizarse no como fijaciones estáticas o déficits arcaicos, sino en términos de
2. Priorizar la Aceptación sobre la Patologización
La actitud básica debe transmitir aceptación y apoyo para maximizar el compromiso y minimizar la resistencia. Esto significa evitar activamente la tendencia clínica a centrarse estrechamente en la patología; en lugar de ello, busca conscientemente y aprovecha los puntos fuertes y el potencial inherente del paciente como base para el cambio.
Y lo que es más importante, evita siempre las frases acusatorias: lenguajeque implique que el paciente está ocultando, negando o siendo deshonesto deliberadamente (por ejemplo, frases que hagan que el paciente se sienta «pillado» o humillado).
3. Busca la claridad, no la oscuridad
Esfuérzate por utilizar un lenguaje claro y renuncia a la jerga. El objetivo es garantizar que el mensaje sea comprensible, fomentando la colaboración. La oscuridad de la presentación suele reflejar falta de claridad de pensamiento y puede conllevar un sutil metamensaje autoritario que intimide al paciente.
II. La Posición del Terapeuta: Postura y relación

La postura del terapeuta debe reflejar honestidad sobre la realidad terapéutica: la sesión es una interacción dinámica entre dos personas, que exige colaboración y una vulnerabilidad medida.
1. Sé un colaborador, no un adversario
Mantén una postura no adversaria, posicionándote como colaborador del paciente en la lucha contra sus dificultades neuróticas. Esto evita que se desarrolle el tono adversario que surge cuando el paciente se siente criticado o que se resiste al proceso terapéutico.
2. Reconocer la realidad bipersonal/contextual
Adopta una perspectiva «bipersonal», reconociendo que la experiencia del paciente en sesión está co-construida y moldeada por la participación del terapeuta. El terapeuta no es un observador neutral o anónimo, sino un participante cuyas palabras y acciones influyen inevitablemente en las reacciones del paciente.
3. Practica la autodivulgación juiciosa
Al tiempo que se mantiene una postura profesional y una «zona de seguridad» protectora para la autorreflexión, la autorrevelación estratégica puede ser altamente terapéutica. Revelar las propias reacciones emocionales o razonamientos puede reducir el desequilibrio de poder, validar las percepciones subjetivas del paciente (evitando una sensación de invalidación) y modelar la vulnerabilidad y el afrontamiento eficaz, todo lo cual contribuye a una alianza más sólida.
III. Pilares Prácticos de la Comunicación: El Enfoque Central
Una técnica terapéutica eficaz reside en los matices de cómo se comunican las percepciones, centrándose en reducir la ansiedad y fomentando que el paciente se apropie del cambio.
1. Gestionar el metamensaje
El metamensaje -laactitud implícita que se transmite junto al contenido explícito- es una parte intrínseca y crucial de la comunicación total. Incluso variaciones sutiles en la redacción, como sustituir «también» por «realmente» al hablar de sentimientos, pueden tener implicaciones de gran alcance, determinando si el comentario facilita el cambio o perpetúa el problema.
2. Afirma el conflicto para reducir la actitud defensiva
Una estrategia central consiste en atender simultáneamente a los dos polos de la experiencia interna del paciente: el deseo de cambio y el miedo que lo impide (p. ej., su deseo de intimidad frente a su ansiedad ante la vulnerabilidad). Al reconocer el conflicto del paciente (p. ej., «Es un verdadero aprieto sentir tanta rabia hacia alguien a quien también quieres»), el terapeuta valida la complejidad de sus sentimientos, haciendo más aceptables las verdades dolorosas y reduciendo la actitud defensiva.
3. Reencuadrar y reetiquetar
Utiliza el reencuadre para ofrecer al paciente un significado nuevo y más útil de su comportamiento o realidad subjetiva. Este enfoque transforma defectos aparentemente vergonzosos en características aceptables, como replantear el retraimiento emocional de un paciente como un acto de
4. Utilizar comentarios atribucionales
Emplea comentarios atribucionales para predecir o describir las posibilidades psicológicas del paciente. Al atribuir al paciente un insight, una capacidad o una acción positiva antes de que sea plenamente consciente (p. ej., intuir que «se está hartando» de un comportamiento), el terapeuta otorga «ego» al potencial emergente, fomentando la apropiación del cambio por parte del paciente y ayudando a alejarle de identificaciones negativas pasadas.
5. Centrarse en la seguridad y la exposición
El objetivo esencial de la comunicación es ayudar al paciente a tener menos miedo de sus sentimientos, deseos e inclinaciones. El lenguaje terapéutico debe establecer una sensación de seguridad, que permita al paciente enfrentarse a material previamente evitado (lo que se conoce como
Dominar esta postura esencial capacita al terapeuta para encontrar formas eficaces y empáticas de expresar sus observaciones, lo que permite al paciente integrar esas percepciones en un sentido más expansivo de sí mismo, en lugar de sentirse humillado o disminuido. Al adoptar este enfoque, las palabras intercambiadas se convierten en la herramienta curativa que facilita el cambio psicológico duradero.






