«La curación se produce cuando alguien se siente acompañado de una forma en la que nunca antes lo había estado».
En todo encuentro terapéutico -y especialmente en el trabajo asistido por psicodélicos- el verdadero fundamento de la seguridad y la transformación no es el método, la medicina o incluso el insight. Es el estado del sistema nervioso. La regulación es la capacidad de sentir sin agobiarse, de permanecer presente sin derrumbarse y de volver a uno mismo tras la intensidad. Es lo que permite que la conciencia se abra sin hacerse añicos.
Este artículo explora la regulación, la corregulación, la desregulación y la sintonización a través de la lente de las enseñanzas de tu taller, junto con las ideas de Una teoría general del amor, El cuerpo lleva la cuenta, la psicología somática y el trabajo transpersonal que define la Psicología Trascendente.
¿Qué es la regulación?
La regulación es la capacidad del sistema nervioso para moverse a través de la activación emocional y física y volver al equilibrio. No significa mantener la calma en todo momento. Significa ser capaz de experimentar sensaciones, pensamientos y emociones sin perder el acceso a ti mismo.
Cuando el sistema está regulado, el cuerpo se siente enraizado, la respiración fluye con naturalidad y la mente permanece lo bastante coherente como para integrar lo que está ocurriendo. La regulación es lo que hace posible permanecer presente durante una oleada emocional, permanecer encarnado durante una visión, explorar un recuerdo difícil o permitir que surja la pena sin ahogarse en ella.
Bessel van der Kolk describe la regulación como la capacidad biológica de «permanecer con la experiencia interna sin ser secuestrado por ella». En la práctica, esto significa que el cuerpo confía en que lo que está surgiendo puede sentirse, y que puede encontrar el camino de vuelta a casa después.
Por esta razón, la regulación es el núcleo invisible de todo proceso de curación.
La desregulación y la ventana de tolerancia
La desregulación se produce cuando la experiencia resulta demasiado intensa, rápida o desconocida para el sistema nervioso, y éste se desplaza fuera de su margen de tolerancia. En la vida cotidiana, esto puede manifestarse como ansiedad, agobio emocional, desconexión o disociación. En el trabajo psicodélico o interior profundo, estos patrones se amplifican. Esto se entiende en psicología cuando eres incapaz de mantener la coherencia autonómica se traspasan los márgenes de la ventana de tolerancia y el sistema nervioso es incapaz de procesar la realidad
La desregulación suele adoptar dos formas principales:
- Hiperactivación, en la que el sistema se acelera: el corazón se acelera, la respiración se acelera, surgen lágrimas o pánico, o la sensación urgente de querer abandonar el espacio.
- Hipoactivación, en la que el sistema se atenúa: el cuerpo se vuelve pesado o entumecido, se desvanece la sensación de presencia, la conciencia se nubla, hay dificultad para responder o se tiene la sensación de «no estar aquí».
La desregulación no es una señal de que alguien esté haciendo algo mal. Es un mecanismo de protección. Es la forma que tiene el cuerpo de decir: «Esto es demasiado para mí ahora mismo; ayúdame a ir más despacio o a encontrar seguridad».
Ver la desregulación como una protección y no como un fracaso es esencial tanto para los facilitadores como para los alumnos.
Hay desregulación cuando:
- El miedo se convierte en pánico y terror
- La ira se convierte en rabia
- La frustración se convierte en irritabilidad desbordante
- La alegría se convierte en manía y risa incontrolable
- La quietud se convierte en entumecimiento y parálisis
Así es como se ve la Ventana de Tolerancia. La coherencia está en la zona verde, mientras que sus extremos expresan los dos extremos de la desregulación: hiperactivación e hipoactivación.

Ampliar la ventana de la tolerancia
La Ventana de Tolerancia no es fija, puede ampliarse para ser más tolerante, resiliente y ser menos reactiva a los posibles desencadenantes. Mediante la terapia y los ejercicios de integración y corregulación, puedes ampliar los márgenes entre tus umbrales y ser menos reactivo a lo que había antes.
En El cuerpo lleva la cuenta, van der Kolk explica que el trauma se cura cuando el cuerpo aprende, mediante la experiencia repetida, que el peligro ha pasado. La corregulación es una de las formas más poderosas de que se produzca este aprendizaje. La presencia de un facilitador se convierte en una experiencia relacional correctiva, que reorganiza la memoria implícita, reorganiza las respuestas de amenaza y ofrece al cuerpo una nueva plantilla de seguridad.
Regulación en Medicina Vegetal Facilitación
Los enteógenos psicodélicos intensifican la percepción, la emoción, la memoria y el simbolismo. Abren material interno que normalmente permanece oculto tras capas de defensa, lo que llamamos el inconsciente. Esto hace que el proceso sea potencialmente transformador, aunque también potencialmente abrumador en pensamientos, emociones y sensaciones corporales.
Cuando una persona está regulada durante un viaje de medicina vegetal, puede permanecer conectada a sus intenciones, surfear las olas emocionales y permitir que el material simbólico o autobiográfico se despliegue con sentido. Cuando se rompe la regulación, la persona puede sentirse perdida, asustada, desconectada o abrumada por sensaciones que no puede nombrar.
Por eso los facilitadores no son simples «guías de visiones», sino guardianes del sistema nervioso. Su capacidad para mantener la presencia, seguir los cambios sutiles y ofrecer corregulación determina directamente la seguridad con la que un participante puede explorar las profundidades de su psique.
Reconocer los signos de desregulación
Los facilitadores deben darse cuenta de los primeros cambios, antes de que alguien entre en una espiral de pánico o se derrumbe. Las señales más comunes que reconozco tienen que ver con el cambio en la respiración, la mirada perdida, el temblor de las manos o el repliegue repentino de la persona sobre sí misma.
Aquí tienes una lista más detallada de los signos más frecuentes:
- Respiración rápida o superficial
- Una oleada repentina de llanto, miedo o agitación
- El cuerpo se congela o se queda muy quieto
- Desconexión, confusión u ojos vidriosos
- Afirmaciones repetitivas como «Quiero irme».
- Pérdida de sensibilidad o dificultad para sentir el cuerpo
Estas señales son invitaciones, no a intervenir por la fuerza, sino a ofrecer presencia, amabilidad y sintonía. En el trabajo psicodélico, reconocer a tiempo la desregulación puede evitar el miedo innecesario y abrir una vía para una reparación terapéutica profunda.
Cómo funciona la corregulación
La corregulación es el proceso por el que un sistema nervioso regulado ayuda a otro a encontrar el equilibrio. Según Una Teoría General del Amor, los seres humanos están biológicamente preparados para la resonancia límbica, es decir, la capacidad de un cerebro para sintonizar el estado emocional de otro. En entornos terapéuticos y enteogénicos, esta resonancia se convierte en la principal fuerza estabilizadora.
La corregulación comienza con el estado del facilitador. Un facilitador estable y con los pies en la tierra transmite seguridad antes de decir una sola palabra. El tono de su voz, el ritmo de su respiración, la suavidad de su mirada y la claridad de su presencia dicen al participante: «Aquí estás seguro».
La sintonización profundiza este proceso. Es la capacidad de sentir con alguien sin abrumarle, siguiendo su ritmo, leyendo sus señales, ajustando tu enfoque momento a momento. Sintonizar significa darse cuenta de cuándo una persona necesita silencio en lugar de palabras, hablar más despacio en lugar de animarla u orientarla suavemente en lugar de interpretarla.
El «campo» -el espacio emocional y energético compartido de la sesión- también desempeña un papel vital. La música, la iluminación, el olor, el tiempo e incluso la intención del facilitador conforman el campo. Cuando estos elementos son coherentes, ayudan a que el sistema del participante se mueva de forma natural hacia la regulación, del mismo modo que un diapasón vibra cuando se coloca junto a otro.
Ejemplo práctico de corregulación
Durante mi último taller en Italia, tuve la oportunidad de demostrar la corregulación en tiempo real cuando uno de los participantes entró en una respuesta de pánico. Mi enfoque no tenía nada de dramático o complejo. Lo que marcó la diferencia fue la presencia: sencilla, humana y firme.
Lo primero que hice fue ayudarla a orientarse en la habitación. Me acerqué suavemente a su campo visual y le dije,
«Mírame… estás aquí. Estás en un lugar seguro».
En cuanto estableció contacto visual, pude sentir que su respiración empezaba a cambiar. La orientación vuelve a poner en marcha la mente; reduce el impulso de escapar.
Ralenticé mi voz intencionadamente: suave, rítmica, predecible. Antes de que ella pudiera regularse, yo tenía que regularme. Mi respiración se convirtió en su ancla. Mi ritmo se convirtió en el sistema nervioso que ella podía tomar prestado mientras el suyo se reorganizaba.
Le pedí que volviera a palparse las piernas, que pusiera las manos sobre los muslos, que notara el suelo bajo ella. La invité a tocarse los brazos y el pecho, para recordarle a su cuerpo que seguía aquí. Su atención volvió lentamente de la tormenta interior a la realidad del momento presente.
A lo largo del proceso, ofrecí una suave contención verbal:
«Esto va a pasar… estoy aquí… no estás sola… respira conmigo»
Siempre preguntaba antes de acercarme o tocar, explicando cada paso para que no hubiera sorpresas. El consentimiento crea seguridad; la seguridad crea coherencia.
Esto es corregulación.
No se trata de una técnica, ni de una actuación, sino de sintonía, presencia y la voluntad de encontrar a alguien exactamente donde está.
Qué significa esto para los facilitadores y los alumnos
Para apoyar a los demás, los facilitadores deben ser capaces primero de regularse a sí mismos. En mis formaciones, hago hincapié en el trabajo sobre el proceso personal del facilitador antes de pasar a la facilitación e integración más avanzadas. Los alumnos necesitan aprender cómo responden ellos mismos al miedo, la activación, la vergüenza o el agobio; de lo contrario, su sistema nervioso puede colisionar con el de un participante en lugar de estabilizarlo.
Los facilitadores no deben «arreglar» a las personas, sino acompañarlas. Su tarea consiste en mantener una presencia coherente, mantener la sintonía e intervenir sólo de modo que apoye la autorregulación natural del participante.
Esto requiere humildad, sensibilidad y autoobservación continua. También requiere un profundo respeto por el misterio de la psique de cada persona.
Conclusión: El corazón de la Psicología Trascendente
La regulación no es simplemente un concepto clínico; es un principio espiritual y relacional. Es la base que permite que la conciencia se expanda con seguridad, que transforma el dolor emocional en significado y que ayuda a las personas a reconectar consigo mismas de una forma que nunca antes habían podido.
A través de mis talleres de Psicología Trascendente puedes explorar este tema en profundidad y aprender técnicas y estrategias para sintonizar con el campo y pasar a un siguiente nivel de facilitación en tu trabajo de grupo y retiros.





