El 5% que puede cambiarlo todo

La ciencia de la conciencia y el comportamiento inconsciente

Este es un fragmento de mi última formación escolar en Bélgica. En esta escuela trataba el tema de la conciencia de las partes. Existe esta parte consciente, consciente de ti mismo, que es capaz de convertirse en el observador de ti mismo, y sólo es un 5% de tu proceso mental. El vídeo es una invitación a respirar, detenerte y observarte. Cuando alguien dice algo, y de repente tu cuerpo se tensa, tu corazón se acelera y las palabras salen de tu boca antes de que te des cuenta de lo que está ocurriendo. No se trata de falta de fuerza de voluntad: así funciona la mente humana.

Según la investigación en neurociencia cognitiva y psicología, alrededor del 95% de nuestros pensamientos, emociones y acciones se originan en procesos inconscientes. El cerebro está constantemente prediciendo, filtrando y respondiendo al entorno mucho antes de que nuestra mente consciente se ponga al día. El córtex prefrontal, donde tienen lugar el pensamiento deliberado y la toma de decisiones, representa sólo una pequeña fracción de la actividad total del cerebro.

Esto no significa que seamos impotentes o robóticos. Al contrario, demuestra lo eficiente que es el cerebro humano. La mente inconsciente gestiona sistemas complejos como los latidos del corazón, la respiración, la marcha o el reconocimiento del lenguaje sin necesidad de atención consciente. Estos procesos automatizados ahorran enormes cantidades de energía mental, permitiéndonos centrarnos en lo novedoso o incierto.

Sin embargo, dentro de ese 5% restante de conciencia consciente, ocurre algo extraordinario: es donde la transformación se hace posible.

La ciencia de la conciencia

Los psicólogos, desde Freud hasta los modernos científicos cognitivos, han explorado esta relación entre la mente consciente y la inconsciente. Mientras que el psicoanálisis primitivo consideraba el inconsciente como un mundo oculto de deseos reprimidos, la neurociencia actual lo describe de forma más funcional, como una vasta red de procesos automáticos que nos mantienen vivos y eficientes.

Los experimentos del neurocientífico Benjamin Libet en los años 80 demostraron que el cerebro empieza a iniciar acciones milisegundos antes de que decidamos conscientemente actuar. Estudios posteriores en neuropsicología y ciencias del comportamiento confirmaron que la mayoría de las decisiones se toman por debajo de la conciencia y sólo después son justificadas por la mente consciente. Esto se denomina a veces post-racionalización: la ilusión de que tenemos todo el control.

Aun así, dentro de esa pequeña ventana de conciencia, podemos observar lo que ocurre. Esta capacidad de autoobservación -conocida como metacognición o metaconciencia- es lo que pretenden reforzar las prácticas de mindfulness y las psicoterapias modernas. Cuando nos damos cuenta de nuestros pensamientos o reacciones a medida que surgen, interrumpimos los bucles automáticos y abrimos espacio para la elección.

El 5% como puerta al cambio

Ese momento de darse cuenta -la respiración antes de reaccionar, la pausa antes de responder- no es trivial. Representa la integración de funciones cerebrales superiores como el córtex prefrontal con centros emocionales como la amígdala. La toma de conciencia actúa como puente entre el instinto y la intención.

Modelos terapéuticos como los Sistemas Familiares Internos (SFI), la Terapia Cognitiva Basada en la Atención Plena (TCBM) y la Experiencia Somática se basan en este principio: cuando tomamos conciencia de una reacción interna, dejamos de estar dentro de ella. Nos convertimos en testigos y no en prisioneros de nuestro condicionamiento.

Esto no significa esforzarse por ser consciente cada segundo del día. Eso sería imposible y agotador. El inconsciente debe existir: es lo que nos permite funcionar. El objetivo no es controlarlo todo, sino aprovechar los momentos en que aparece la consciencia para tomar decisiones significativas.

De la Biología a la Libertad

Incluso una sola respiración consciente tiene efectos mensurables. Los estudios demuestran que la respiración lenta y consciente activa el sistema nervioso parasimpático, disminuyendo el cortisol y la frecuencia cardiaca, y restableciendo el equilibrio emocional. En esos pocos segundos de consciencia, el cuerpo sale del modo supervivencia y vuelve a entrar en la seguridad.

Por eso el pequeño 5% importa tanto.
Es el espacio donde la biología se encuentra con la conciencia, donde la evolución nos da permiso para ir más allá del instinto.

Como se pregunta el vídeo que ha inspirado esta reflexión

«El 95% de todo lo que piensas y haces es inconsciente.
Sólo te queda un 5% de consciencia.
¿Qué vas a hacer con ese 5%?»

Esa pregunta no pretende culpabilizarnos para que asumamos el control, sino que es una invitación a la presencia.
A hacer una pausa. A sentir. A darnos cuenta de los mecanismos invisibles que dan forma a nuestras vidas.

Porque cada vez que tomamos conciencia, aunque sólo sea por un instante, reivindicamos la autoría de nuestra historia.

Y quizá ésa sea la esencia del trabajo interior: no borrar el inconsciente, sino ir a su encuentro con conciencia, compasión y curiosidad.

El 5% no es una limitación.
Es nuestra puerta a la libertad.

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